40 años ininterrumpidos de Democracia

Rodolfo Rodil

Diputado Nacional mandato cumplido (ex Vicepresidente de la Cámara de Diputados de la Nación)

“Una feliz circunstancia ha querido que este día en que los argentinos comenzamos esta etapa de 100 años de libertad, de paz y de democracia, sea el Día de los Derechos Humanos.”
Raúl Alfonsin (Discurso del 10 de diciembre de 1983)


El 10 de diciembre se cumplirán 40 años de vigencia ininterrumpida de la democracia en nuestro país, el período más largo desde la sanción de la Ley Sáenz Peña en 1912 que estableció el voto secreto y obligatorio.
Durante el siglo XX se llevaron a cabo seis golpes de estado en 1930, 1943, 1955, 1962, 1966 y 1976. Esta última dictadura militar, responsable del terrorismo de estado y de la desaparición forzada de 30.000 personas, debió dejar el poder en manos del presidente electo Raúl Alfonsín, que había resultado victorioso en las elecciones del 30 de octubre de 1983.
Para explicar la vigencia y la solidez de las instituciones democráticas en nuestro país resulta indispensable remontarse a los albores del gobierno de Raúl Alfonsín cuando, a los tres días de asumir, dictó el decreto que ordenó el juzgamiento de 9 de los integrantes de las juntas militares que nos habían sumido en la indignidad, el miedo y la muerte desde 1976.
Ese hecho, que culminó con la condena de los dictadores el 9 de diciembre de 1985, es la piedra basal en la que se apoyan estos 40 años de democracia y vigencia plena de los DDHH.
Quienes hoy son menores de 40 años de edad y han vivido toda su existencia en democracia deben valorar el sistema que, aunque imperfecto, les ha permitido emitir sus opiniones sin temor, criticar a los gobiernos de turno, elegir a quienes los gobernarán, asociarse para ampliar sus derechos, participar de la vida política, ejercer el derecho de ser elegidos, gozar de la libertad y la igualdad ante la ley, entre otros derechos propios del régimen democrático.
Nuestra democracia resistió los intentos golpistas carapintada en 1987 y 1990, debió lidiar con la hiperinflación en 1989 y 1990 y afrontó dentro del marco institucional la crisis del 2001, todas situaciones que en otro momento de la historia hubiesen conducido a un golpe de estado. Hoy, con el actor militar fuera de la disputa de poder, los mecanismos para degradar la democracia están enfocados en generar el desánimo en la ciudadanía, desprestigiar la acción política o vaciar las instituciones debilitando la división de poderes para promover el autoritarismo. Frente a estos intentos los argentinos y argentinas tenemos un deber: DEFENDER Y FORTALECER LA DEMOCRACIA.

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